Ingeniería
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La estructura de la red de abastecimiento de agua de la mina de Las Médulas, y su disposición topográfica, sugiere un avance de los trabajos en cuatro fases bien definidas.
En julio de 2002 y de forma casual, fueron descubiertos, al norte de Llamas de Cabrera, los restos de otra importante explotación aurífera romana, posterior en su cronología al yacimiento de Las Médulas.
- Fase I
- Fase II
- Fase III
- Fase IV
Corresponde al inicio de la explotación, que afectó a las partes más bajas del yacimiento, situadas por encima de Salas de La Ribera y en el actual emplazamiento de Carucedo. Además de lavar el oro de las terrazas inferiores, próximas al fondo del valle, se habrían explotado depósitos superficiales derivados de la meteorización de las zonas superiores. El canal principal implicado en esta fase fue el C-0, que captaba las aguas del río Cabrera por debajo de Odollo.
Las operaciones continúan a una cota más elevada gracias al aporte de agua del canal CN-1 de la red septentrional y el C-1 y C-2 de la red meridional. De este modo, los trabajos se extienden a una superficie considerablemente mayor en los parajes conocidos como La Frisga y el Soutín, entre las localidades de Carucedo y Las Médulas, y en el entorno del barranco de la Balouta. El lavado de los materiales auríferos de las terrazas afectadas en esta fase dejaría prácticamente al descubierto el sustrato rocoso, dando lugar a la llanura donde se emplaza actualmente la localidad de Las Médulas.
En esta fase los requerimientos hídricos para la movilización de los escombros aumentan notablemente, para lo cual se dispone de forma progresiva y simultánea del resto de la red hidráulica, comenzando por el canal C-3 de la red meridional, y el CN-1bis de la septentrional. Más tarde, se suman a estos dos los aportes de los canales C-4, C-5 y CN-2, que confluyen en el depósito de Campo da Braña. Todos los canales implicados en las fases anteriores quedarían ahora inutilizados por el avance de la explotación, excepto los de la red septentrional que conservan su integridad al no estar todavía muy afectados por la evacuación de estériles.
Los romanos encontraron en la mina de Llamas el yacimiento primario o núcleo fuente del que procedía el oro que lavaban sistemáticamente en todas las terrazas fluviales aguas abajo del enclave de la explotación, o que extraían por bateo en las pozas del arroyo Valdecorrales y del curso bajo del río Cabrera.
Los romanos encontraron en la mina de Llamas el yacimiento primario o núcleo fuente del que procedía el oro que lavaban sistemáticamente en todas las terrazas fluviales aguas abajo del enclave de la explotación, o que extraían por bateo en las pozas del arroyo Valdecorrales y del curso bajo del río Cabrera.
El origen romano de las galerías subterráneas de Llamas se hace patente por los lucernarios que salpican cada pocos metros las paredes de las cavidades. En ellos se colocaban lámparas que hacían posible el trabajo en la negrura absoluta de la mina.
Las labores principales de este complejo minero se distribuyen por un área aproximada de casi 4 km2, en los que se encuentran abundantes vestigios tanto de minería hidráulica en superficie, como de minería subterránea.
Se trata de un yacimiento primario (originado geológicamente en las rocas de este mismo lugar) en el cual el oro aparece contenido en filones de cuarzo de escasa potencia, que rellenan fallas extensionales de dirección N-S, fuertemente plegadas. Estos filones de cuarzo fueron explotados por medio de minería subterránea pero, además, hubo varias zonas de laboreo en superficie en las cuales el agua se aplicaba directamente sobre depósitos de rocas sueltas o derrubios de ladera.
Para ello se utilizaban algunas de las mismas técnicas ya conocidas de Las Médulas, con el apoyo de 11 depósitos de agua y una red de 5 canales específicos con más de 26 km de desarrollo en longitud. Estos canales seguían el modelo de las conducciones hidráulicas de Las Médulas, aunque eran sensiblemente más estrechos (80 cm de ancho en lugar del 1,30 m habitual en los canales de Las Médulas).
La construcción de los canales para la mina de Llamas de Cabrera implicó la destrucción consciente y deliberada de la práctica totalidad de la red meridional de abastecimiento de Las Médulas, sin posibilidad alguna de reconstrucción futura. Esto lleva necesariamente a la conclusión de que el desarrollo de la explotación minera de Llamas se realizó de forma planificada tras la clausura de la mina de Las Médulas, con toda probabilidad como consecuencia del agotamiento de las reservas de oro en el que había sido el principal yacimiento aurífero del Imperio Romano.
Hasta el momento han sido localizadas más de 20 labores subterráneas en el paraje de La Casarina, lo que convierte a la mina de Llamas en la más importante en su género a nivel nacional.
El cuarzo extraído era machacado en morteros de piedra al pie de la mina para obtener luego el polvo o las partículas de oro mediante bateo. Si bien no resultan sencillos de localizar ni de interpretar, los restos de estos morteros, que fueron realizados en bloques de cuarcita o arenisca, se ubican preferentemente al pie de las bocaminas.
Con posterioridad a los trabajos en superficie, los romanos realizaron, en el paraje de La Casarina, no menos de 20 labores bajo tierra, muchas de las cuales superan los 50 m de profundidad. Su estudio global parece indicar la existencia de un conjunto estructurado de pozos y galerías, que se repartían por una empinada ladera, salvando un desnivel de 350 m.
Las galerías estaban regularmente repartidas para facilitar el acceso a los filones auríferos y para permitir, al mismo tiempo, la evacuación del agua por medio de cunetas. Una vez se extraía todo el cuarzo aurífero accesible desde una galería, se procedía a profundizar la explotación, abriendo una nueva cavidad a una cota inferior.
Estas galerías eran excavadas mediante el empleo de útiles metálicos (principalmente picos y punterolas), aunque para extraer el cuarzo se usaba también el fuego. Presentan un perfil interior inclinado, que sigue el buzamiento de la estratificación y, en su interior, se ven abundantes lucernarios, pequeñas concavidades picadas en las paredes en las que se colocaban lámparas de aceite (lucernas) para iluminar la mina.
Durante mucho tiempo se buscaron sin éxito restos de los molinos o morteros en los que se machacaban, a pie de mina, los bloques de cuarzo aurífero, hasta convertirlos en polvo del que era posible extraer y seleccionar partículas y esquirlas de oro.Los canales romanos de Las Médulas presentan características muy homogéneas en cuanto a su diseño y dimensiones constructivas. Así, la anchura de caja oscila entre 1,20 y 1,30 m en la mayor parte de su trazado, si bien puede variar entre 1,20 y 1,60 m en distintos tramos de un mismo canal. La forma del canal se conseguía mediante el cajeado de la roca y el sustrato, así como mediante la construcción de paredes de mampostería, cuyo uso era generalizado en el flanco exterior de la conducción, el que cuelga sobre la ladera. En cambio, en el lado interior no se hacía siempre necesario, aunque se levantaba en muchos tramos para prevenir el desmoronamiento de la ladera y el consiguiente colapso del canal.
Muro de cierre exterior
El muro de cierre exterior contaba, en muchas ocasiones, con el refuerzo de gruesos muros de sostenimiento, que se apoyaban en cimientos o repisas practicadas artificialmente en la roca.
Incluso en algunos lugares especialmente escarpados, en los que no existía otra opción de apoyo, requerían de armazones adicionales hechos de vigas de madera.
Incluso se han hallado entalladuras regulares en el paso de los canales por determinados corredores estrechos (por ejemplo, en el canal C-4 en el valle Lleiroso cerca de Llamas de Cabrera, o en el canal C-3 poco antes de la ermita de la Virgen del Valle) que se pueden atribuir al soporte de un paso elevado sobre el cauce. Se observan también en otros puntos pequeñas oquedades talladas en las paredes de roca a intervalos regulares, cuya finalidad parece ser la de alojar estructuras de cubrimiento del canal con idéntico objetivo, aunque la erosión natural ha hecho desaparecer muchos vestigios.
Tiempo de llenado
De forma muy puntual, se encuentran pasos mucho más estrechos, de hasta 0,90 m, o mucho más anchos, de 1,80 e incluso 2 m. En cuanto a la altura, ronda por lo general los 0,90 m, suficiente para permitir un caudal medio que se supone entre 40-60 cm de profundidad.
Con estas medidas es posible hacer una estimación de capacidad para cada uno de los canales que permite, a su vez, deducir un tiempo de llenado para los diferentes depósitos que hubo en Las Médulas. Así se piensa que algunos depósitos tenían ciclos de llenado de un día, mientras que otros podían ser rellenados varias veces a lo largo de una jornada, lo que estaría relacionado con diferentes ritmos de trabajo en cada fase de la explotación.
Corredores de servicio
Los indicios observados sobre el terreno, en cuanto a las dimensiones de los aterrazamientos y los cortes hechos en la roca, apuntan a que el propio muro de cierre servía al mismo tiempo como corredor de servicio para las labores de mantenimiento de los canales.
La anchura de este corredor de servicio puede variar desde apenas 0,50-0,80 m en la mayoría de los tramos cortados en roca, hasta los más de 2 m que se pueden constatar, por ejemplo, en los canales C-3 y C-4 en el entorno de la ermita de la Virgen del Valle (Llamas de Cabrera) y en algunos puntos del valle de Villarino (Odollo), donde se aprecian muy bien los grandes muros de sostenimiento del canal.
Plinio
23 D.C
Las gargantas y crestas se unen con canales apoyados sobre cimientos. En otros lugares se cortan las rocas inaccesibles y se las dispone para proporcionar asiento a troncos colocados en huecos. Quienes hacen los cortes están colgados con cuerdas, de modo que a quien observa de lejos ni siquiera le parecen animales salvajes, sino pájaros. Suspendidos en el aire, nivelan y trazan las líneas del recorrido en su mayor parte, y se canalizan las aguas por donde no hay lugar para las pisadas del hombre. (…)”.
Gómez Moreno (arqueólogo)
Siglo XX
La traída de aguas era otro problema, el más arduo acaso, y en él se estrellan las modernas explotaciones, con el agravante de haberse de conducir siempre a peso y sin obras casi de fábrica. Por lo demás, su solución ofrece la sencilla grandiosidad de la ingeniería romana: todo era tomar agua a unos 28 kilómetros de distancia en línea recta, de río Cavo, en la Cabrera Alta, por encima de Saceda, y conducirla por canales cortados a fuerza de pico en la pizarra, ladera adelante y siguiendo todos sus rodeos y sinuosidades, lo que presenta un recorrido acaso doble del susodicho, hasta llegar sobre Las Médulas. Ellos aún se conservan muy visibles, sirviendo de caminos con frecuencia; se ha observado que su pendiente es la mínima, dando testimonio de una nivelación escrupulosa; el ancho es de 1.28 m, por igual siempre, excepto en las curvas, donde llega a 1,60, previniendo así la disminución de velocidad, y el alto suele ser de 90 centímetros. A trechos el canal entra bajo la peña en forma de túneles, capaces para que hoy transiten vacas por ellos, y en otros sitios se hacían muretes de cal y canto, cuya dureza es imponderable (…)».
Canales Romanos
Siglo XXI
Dar forma a la caja del canal implicaba, la mayoría de las veces, hacer un corte en la ladera o en la roca y levantar un muro en el lado exterior, que no pocas veces debía ser asentado sobre un segundo muro de sostenimiento. En algunos pasos, no obstante, el canal era excavado directamente en la roca, y en otros, se hacía pasar por una galería a modo de túnel.
Todos los canales de Las Médulas fueron realizados mediante excavación directa, empleando únicamente herramientas manuales de hierro y ayudándose, a veces, del fuego y el agua para debilitar y aumentar
la fragilidad de la roca.
- Precisión y eficacia
- Trabajar la roca
- Captación
- Cierres exteriores
- Muros
A la vista de las colosales dimensiones de la obra de abastecimiento hidráulico realizada por los romanos en Las Médulas, no puede menos que resultar sorprendente la precisión y eficacia con que fue ejecutada, más aún si tenemos en cuenta los rudimentarios medios disponibles en la época. A los problemas que ya plantea de por sí el diseño y planificación de la obra, hay que unir las dificultades orográficas del terreno donde fue realizada.
En ocasiones se hacía del todo imprescindible atravesar afloramientos de roca para dar continuidad a los canales. En estos casos se empleaba fuego para calentar la roca, y agua para enfriarla de forma repentina, lo que ayudaba a aumentar su fragilidad y hacía posible cavar túneles a pico y cincel.
El agua era captada en los cauces de los ríos por medio de presas de derivación, de las que no ha quedado el menor rastro a causa de las crecidas y la fuerza erosiva del agua. De hecho, la construcción de estas presas tuvo que hacerse en momentos de estiaje, cuando los caudales de todos los ríos de la zona decrecen notoriamente.
A partir del lugar de captación, los canales discurrían por terrenos en su mayoría rocosos y muy escarpados, con pendientes de ladera superiores, por lo general, a 15 o 20 grados. Esta circunstancia obligó a sus constructores a efectuar continuos aterrazamientos, mediante bancales de mampostería en seco que servían para asentar el muro de cierre del borde exterior del canal, llegando a alcanzar en algunos casos alturas superiores a los 5 m en varios retranqueos.
Para la realización de estos muros de cierre y asiento del canal en las zonas de mucha pendiente fue también necesario tallar uno o varios escalones a modo de gradas que evitaban el deslizamiento del muro por su propia carga y la presión intersticial del agua. Este muro de cierre se ha perdido en la mayoría de los casos o ha quedado oculto por los arrastres de ladera, aunque a veces puede apreciarse cuando el canal ha sido cortado en roca viva por ambos lados.
Cronología
Los canales se construyeron desde los depósitos hacia las zonas de captación, es decir, iniciando la obra en las zonas de descarga en el propio yacimiento y avanzando lentamente al encuentro de los cauces fluviales más importantes, aunque aprovechando también el agua de los numerosos arroyos que se interceptan en el trayecto.
De este modo, las corrientes menores podían compensar las pérdidas por infiltración y evaporación, que son elevadas en este tipo de obras. Todo indica por ahora que las etapas de construcción de los canales, fueron ascendentes, siendo más antiguos los que discurrían a menor cota y más modernos los que fluían a mayor altitud.
Una de las características que más llama la atención en las observaciones de campo es la suave pendiente del trazado de los canales (por lo general entre el 0.2 y el 0.3 % (± 0.05%).
Lo cual los identifica de forma peculiar sobre el terreno. Adquiriendo un mayor valor dentro de este intervalo según la cota de descarga del canal en el yacimiento. Valores más altos son totalmente excepcionales, como se infiere de la existencia de tan solo 50 km de trazado con pendientes superiores al 0,4%.
En determinadas situaciones, en las cuales la estabilidad del muro podía verse comprometida por la imposibilidad de fabricar un asiento adecuado, es factible que hubieran sido utilizadas mamparas de madera para el cierre exterior del canal.
Más aún, el paso de ciertos lugares extraordinariamente escarpados, tal y como se comprueba en la actualidad, tuvo que realizarse necesariamente mediante estructuras portantes sobre vigas de madera, que no se han conservado debido a la acción erosiva de los agentes naturales, muy intensa en especial en las proximidades de los arroyos o zonas de cierta pendiente.